sábado, 17 de marzo de 2018

EDUCAR EN LIBERTAD. Por María Celsa Rodríguez

Chile busca diseñar una educación de mejor calidad dentro de “un marco de libertad” curricular, fortaleciendo las cualidades personales de cada alumno y tratando de formar futuros líderes en las distintas áreas sociales.

Por otra parte intenta vitaminizar la carrera de Pedagogía para hacerla más competitiva y de vanguardia buscando selectivamente entre los egresados para conformar un plantel con los mejores y valorizar la profesión con redituables salarios.

El flamante ministro de Educación Gerardo Varela dijo: “Respecto al financiamiento indicó que "18.500 millones de dólares están destinados para financiar la educación superior, -para este año está financiado-, y en adelante confiaremos en la buena mano del ministro Larraín para seguir cumpliendo con esto".

Confiamos en que "la gratuidad al 60% se seguirá cumpliendo, además deberá ir aumentando en la medida que crezca la economía, tal como se ha señalado".

La educación es fundamental a la hora de tomar decisiones en políticas públicas que posibiliten el crecimiento de un país, porque allí se internalizan las cuestiones sociales más preocupantes como la delincuencia, la falta de trabajo, la pobreza y la ignorancia. Si educamos a los niños y jóvenes con calidad estamos pensando en un Chile con poder de futuro. 

miércoles, 7 de marzo de 2018

Entrevista radial al Dr Edgardo Zablotsky


FUENTE: https://radiocut.fm/audiocut/que-suerte-que-hay-un-paro-que-nos-permite-hablar-de-educacion-1/

¿Por Qué Son Casi Imposibles Las Reformas Educativas? Por el Dr Gabriel J. Zanotti

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Permanentemente se ven videos, conferencias y artículos de reformas del sistema educativo. Algunos (como mi padre) han dedicado su vida a ello. Sin embargo, pasan las décadas y los gobiernos y el modelo tradicional de enseñanza, con el aula, las notas, sus premios y castigos, etc., sigue igual, tanto aquí como en otras partes del mundo.


¿Por qué?
Trataremos formular algunas hipótesis, para que las propuestas de reforma sean más realistas y menos ingenuas a la hora de formularse.
El sistema del aula tradicional, de lo que Luis J. Zanotti (www.luiszanotti.com.ar) llamó la primera etapa de la política educativa (fines del s. XIX) está basado en el modelo positivista de información, donde el aprendizaje es el acopio y repetición de datos objetivos. Por más loas que se declamen hacia la creatividad, esta es colocada como un lujo posterior al duro entrenamiento del aprendizaje básico. Se la permite en las humanidades, se la niega para las ciencias (como si no fueran humanidades), se la relega totalmente de los procesos básicos de acopio de información en los niveles primarios, secundario y terciarios. Y el problema es que este modelo de conocimiento como información está asumido casi sin crítica como horizonte cultural, que por ende no permite ir al núcleo filosófico de la cuestión: el conocimiento humano es creatividad, interpretación, por más que los paradigmas dominantes (Kuhn) impongan su repetición como rito de iniciación para la vida académica.
La mayor parte de reformadores del sistema olvidan o niegan el tema esencial de la libertad de enseñanza. Suponen que sus reformas deben ser impuestas por la fuerza del estado y de modo monopólico, con lo cual se incurre en la paradoja de imponer por la fuerza un paradigma para salir de otro. Todos hablan en este momento del modelo de Finlandia olvidando que es un sistema obligatorio y monopólico. Cómo puede haber creatividad dentro de eso es la paradoja que no se termina de asumir.
El olvido de la libertad de enseñanza (análogo al olvido del ser heideggeriano :-)) implica que las reformas sean tímidas propuestas dentro del sistema estatal dominante. Se olvida que la clave de la cuestión está en la separación jurídica entre los objetivos pedagógicos concretos y el control estatal de los títulos. O sea, la desmonopolización jurídica del sistema. Con ello podrán seguir existiendo colegios tradicionales al estilo de La Sociedad de los Poetas Muertos, pero al mismo tiempo se producirá un big bang de propuestas cuya validación será la demanda de los egresados de dichas propuestas y no el otorgamiento de un “título oficial”.
El punto anterior (la rígida unión entre la titulación y el reconocimiento oficial de los títulos) produce que los sindicatos puedan seguir aferrados a sus funciones tradicionales siendo inmunes a toda reforma. Porque las reformas implican nuevas funciones profesionales docentes que ellos obviamente no están dispuestos a admitir. Por lo demás, en la mayor parte del mundo los sindicatos son mafias legalizadas, estados dentro de otro estado, delincuentes socialmente admitidos que en nombre de los “derechos de los trabajadores” seguirán impidiendo todo tipo de reformas (educativas o las que fuere) por los siglos de los siglos.
La mayor parte de las propuestas ignoran que el problema es el aula positivista clásica. En ella son inútiles nuevas metodologías y nuevas tecnologías, porque es como intentar montar un Saturno V sobre una carreta tirada por bueyes. Sencillamente hay que desechar la carreta. Hay que acabar con el aula tradicional y si se ensayan nuevas, tener conciencia de que ellas no sustituyen (como pensó el movimiento de la escuela nueva) al sistema educativo informal, no sistematizado, constituido por el horizonte (Gadamer), las creencias (Ortega) y el conocimiento disperso (Hayek).
Como esto último está penetrado también por la razón instrumental, o sea por el positivismo cultural, todas las propuestas de reforma seguirán circulando como bonitos videos en youtube mientras que la principal demanda social seguirá siendo el sistema escolar tradicional, venerado y sacralizado por el conjunto de la población.
La mayor parte de propuestas de reforma y de los críticos al sistema han atacado a la razón instrumental, ok, pero han unido esa crítica con la crítica al sistema de libre mercado al cual el sistema tradicional de enseñanza le sería funcional. No estoy debatiendo con Hilary, pero wrong :-). El sistema educativo tradicional no fue una super-estructura de la estructura capitalista de producción. Fue fruto de las ideas del iluminismo del s. XVII y el capitalismo fue fruto del acabamiento progresivo del antiguo régimen sobre todo en Inglaterra a partir de la evolución del common law, ya desde el medioevo. El error de unir reforma educativa con la sociología de Marx, retroalimenta las reacciones conservadoras donde “educación” es igual a portarse bien, estudiar la lección, izar la bandera y ser el “buen repetidor” del sistema tradicional. El libre mercado, por lo demás, no depende del sistema positivista de información, sino al contrario, de la creatividad de la inteligencia humana que se traduce en creatividad empresarial. El sistema educativo formal no es funcional al capitalismo sino al estatismo, al intervencionismo, donde se producen en cadena “buenos empleados” y no libres empresarios (Landolfi, http://www.cuspide.com/9789870284253/Educacion+Para+La+Fragilidad/)
El sistema educativo tradicional se ha extendido mundialmente con una serie de tentáculos que lo han constituido, a través del pacto de Bolonia, los sistemas de becas y los rankings universitarios, en un soviet mundial. En ese sentido el panorama no podría ser más desalentador, y muestra que lo básico es cambiar, aunque cueste siglos, el horizonte cultural.
La libertad de enseñanza sigue siendo, sin embargo, la única esperanza de salida. Aunque las propuestas de reforma educativa tengan que enfrentarse con el soviet mundial, con la mentalidad positivista imperante y con los paradigmas dominantes que privadamente puedan existir, sin embargo tendrían derecho jurídico a su existencia y por ende dependerían sobre todo de la claridad de objetivos de sus fundadores y no de la “generosidad” del dueño de la granja para con sus esclavos.
Mientras tanto, el mercado negro de la creatividad sigue circulando por izquierda, y sólo eso impide mayores estragos a la inmensa cantidad de verdaderos genios aplastados por el soviet del sistema, olvidados, dejados de lado, siendo los verdaderos excluidos y descartados por el estatismo dominante. Los libros, el internet, las reuniones informales, las conversaciones, las charlas, son actualmente la verdadera educación, al lado de un lastre cultural inútil, cual chatarra icónica que se sigue elevando a los altares del estado decimonónico.
FUENTE: http://institutoacton.org/2016/11/02/por-que-son-casi-imposibles-las-reformas-educativas/

martes, 6 de marzo de 2018

EL PROBLEMA ES EL AULA. Por el Dr Gabriel Zanotti

Resultado de imagen para zanotti gabrielGran impacto ha causado la carta del profesor que renuncia porque está agotado del uso de las nuevas tecnologías en su clase. Ha habido variadas reacciones. Algunos lo han apoyado, otros han dicho que lo seguirán intentando, otros han propuesto, de vuelta, la incorporación de las nuevas tecnologías al aula.
Vamos a hacer algunas distinciones básicas. La educación, como proceso de transmisión cultural, puede ser formal o informal. La informal es espontánea y se identifica con el aprendizaje espontáneo que todos los seres humanos tienen de su propio horizonte cultural. La formal se identifica con escolaridad en sentido técnico: métodos especiales, no espontáneos, de educación, para el aprendizaje de contenidos más complejos. Esta distinción ha existido en todas las épocas con sus obvias diferencias culturales[1].
Por ende el problema no es la educación formal ni la escolaridad, sino la educación formal positivista concebida por los estados sobre todo a fines del s. XIX. Esa fue la “primera etapa de la política educativa”[2], donde los estados tratan de unificar e incorporar a los ciudadanos a la unidad del estado-naciòn. Su modelo fue coherente con lo que el positivismo supone como aprendizaje: incorporación pasiva de datos. Por eso surge el “aula” como ahora la concebimos: alguien que habla, alguien que es el activo, y los demás pasivos, copiando, memorizando, cual computadoras humanas a las que se les incorpora un pendrive.
Los límites de este sistema con respecto a la “vida” del educando fueron advertidos por la 2da etapa de la política educativa, con los que proponen “la escuela nueva”[3]. La cuestión era incorporar al aula elementos más vitales y activos, con una concepción más humana del educando. Muy bien. Pero el problema fue que el aula positivista y la vida no se concilian. El movimiento de la escuela nueva se enfrenta con el uso de una herramienta contradictoria con sus fines.
Obsérvense las épocas: la primera etapa corresponde a fines del s. XIX. La segunda surge más o menos por los 20, con límites difusos.
La tercera etapa[4], según Luis J. Zanotti, que lo afirma en la década de los 70, son los modernos medios de comunicación, que él en su tiempo identifica con la telemática. Sin darse cuenta previó la revolución en las comunicaciones y el aprendizaje que implicó luego el internet.
Por ende, es raro que no se advierta que estamos hablando de cosas viejas. El diagnóstico de Luis J. Zanotti, hecho ya en los 60 y los 70, es que el aula derivada del positivismo era incompatible con los nuevos modos de aprendizaje, y que el problema del movimiento de la escuela nueva era no haber advertido esa limitación. El problema es esa aula. Pretender incorporar en ella a la tercera etapa es como pretender arreglar una carreta para ir a la Luna. No, no se arregla, sencillamente se cambia.
Por supuesto, parece que no se puede. El aula positivista sigue allí, como un ícono cultural. Seguimos utilizando ese antiguo elemento y nos sumergen allí obligatoriamente desde los 6 –ahora para que desde los 3- hasta más o menos los 25. El daño que ello produce a las personas es casi irreparable.[5]
Por supuesto, lo que se produce –por ello dije “casi”- es que la educación real del individuo va por contrabando. Va por youtube, por netflix, por redes sociales, por infinitas páginas de internet que interesan verdaderamente a niños, adolescentes y adultos. Y la escolaridad formal, en vez se ser concebida como un medio de acompañamiento de todo ello –y por ende radicalmente transformada- se presenta como una competencia inútil y perdedora de su imparable competidor. Y los docentes, aferrados, encerrados o adictos al viejo sistema, explotan. Es que obviamente no pueden enseñar en el aula, en el sistema formal positivista, con sus premios y castigos, con incentivos perversos como las notas, con sistemas de vigilancia iguales al sistema carcelario. No pueden verdaderamente enseñar allí, pero lo intentan, fracasan, se desesperan. Los que aplican a gusto todos los elementos carcelarios del sistema creen que tienen éxito. Claro, no se dan cuenta de lo que sucede. Pero los que intenten incorporar internet al aula fracasan también. El problema es el aula. La noción de educación formal, en esta circunstancia, es otra. Es un acompañamiento a la autoeducación que cualquiera naturalmente hace. Luis J. Zanotti ya lo explicó hace más de 40 años[6] y tampoco estaba entonces descubriendo América.
Por supuesto, me preguntarán cómo hago yo. No me parece pertinente hacerlo. Frente a este drama, cada uno de nosotros -los docentes- se las ha arreglado como ha podido y es inútil que ahora intentemos presentar nuestra propia experiencia personal como una panacea universal, peleándonos, además, entre nosotros. La cuestión es que el sistema debe cambiar, y la cuestión es tomar conciencia de que esas propuestas de cambio tienen casi más de un siglo ya. Así que basta de asombrarse. Docentes, lean un poco más de historia de la educación, política educativa y filosofía de la educación. Allí tienen la obra completa de Luis J. Zanotti. www.luiszanotti.com.ar Tomen, lean, tomen conciencia de lo que ocurre y cálmense. Entonces, cada uno sabrá mejor qué hacer.
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FUENTE: http://gzanotti.blogspot.com.ar/2016/09/el-problema-es-el-aula.html

viernes, 2 de marzo de 2018

Macri y la iniciativa educativa clave anunciada en su discurso Edgardo Zablotsky

En los últimos años he publicado en este mismo espacio tres notas, las cuales sostenían que sin el apoyo activo de los padres la revolución educativa que el Gobierno desea llevar a cabo habría de quedar tan solo en una expresión de deseos.
La última de ellas, titulada "Basta con modificar un artículo para mejorar la educación", planteaba, al igual que las anteriores, una idea simple, pero que requería de gran valentía política para ser impulsada: "Con modificar el artículo 97 de la ley 26206 de educación nacional se generarían las condiciones para que una verdadera revolución educativa sea exigida por los mismos padres de los niños y jóvenes afectados por la tragedia educativa que hoy vive nuestro país. Su indignación le daría al Gobierno el apoyo sin el cual no es posible enfrentar a los sindicatos docentes, los más acérrimos defensores del statu quo".
En su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, el presidente Mauricio Macri ha sorprendido gratamente a quien esto escribe al hacer pública la intención del Gobierno de modificar dicho artículo: "Para poder involucrarnos (los padres), tenemos que poder saber cómo le está yendo a la escuela donde van nuestros hijos. Hoy está prohibido por ley que se publiquen los resultados por escuela y eso no tiene sentido. Les pido que este año legislativo avancemos para cambiar esta norma. La única manera de mejorar es partir de la verdad, de un diagnóstico verdadero, transparente, público, a disposición de todos".
Veamos el tema en mayor detalle. El artículo 97 establece: "El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología y las jurisdicciones educativas harán públicos los datos e indicadores que contribuyan a facilitar la transparencia, la buena gestión de la educación y la investigación educativa. La política de difusión de la información sobre los resultados de las evaluaciones resguardará la identidad de los alumnos, docentes e instituciones educativas, a fin de evitar cualquier forma de estigmatización, en el marco de la legislación vigente en la materia".
Al impedirse la publicidad de los resultados de cada colegio, lo que se está haciendo es sustraer del debate público el elemento de juicio principal para saber si el actual sistema educativo satisface la central inquietud de cualquier padre: que sus hijos aprendan en el colegio al cual concurren.
¿Estigmatización? Por supuesto se debe preservar la identidad de los alumnos y los docentes, pero no así de las instituciones educativas. No es posible llevar a cabo una revolución educativa sin el apoyo y la participación activa de los padres. Es necesario que ellos admitan la realidad y reaccionen. Con dicho fin, las evaluaciones educativas son la llave del reino, pero los resultados a nivel de escuela deben ser de su conocimiento. Muchos padres tienen en su imaginario la fantasía de que la educación argentina se encuentra en crisis, pero que la que reciben sus hijos, en el colegio al cual concurren, es adecuada.
Restringir el acceso a los resultados de evaluaciones educativas obligaba a creer ciegamente en la capacidad y la buena fe de aquellos encargados, circunstancialmente, de dirigir la política del sector. ¿No es esto más costoso que la posibilidad de cualquier estigmatización? La realidad educativa que vive nuestro país es prueba fehaciente de ello.
El camino más largo comienza por el primer paso. Hace pocos días el Gobierno lo ha dado, al anunciar la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, la iniciativa por la cual quienes reciben planes sociales deberán retomar sus estudios, ya sean primarios o secundarios, como requisito para recibir el subsidio.
El presidente Mauricio Macri ha dado otro paso de tanta o mayor relevancia. La modificación de tan solo un artículo de la ley de educación nacional como la que propone Macri generará las condiciones ideales para lanzar una verdadera revolución educativa, pues serán los mismos padres quienes la demandarán.
Por primera vez, en muchos años, un gobierno ha comenzado a transitar el camino que puede, de continuarse, revertir la realidad educativa que sufre nuestro país y que atenta, fundamentalmente, contra aquellos niños de familias más desfavorecidas. Ojalá estos primeros pasos sean el anticipo de otros por venir.

El autor es miembro de la Academia Nacional de Educación y vicerrector de la Universidad del CEMA.

FUENTE: https://www.infobae.com/opinion/2018/03/01/macri-y-la-iniciativa-educativa-clave-anunciada-en-su-discurso/ 

Los políticos y la educación pública

Tienen los metros cuadrados que a mi instituto le faltan, tienen la luz que la clase de abajo no tiene, tienen la calefacción que en mi clase en invierno no hay; sus hijos, a los que no culpo, quizá tengan el ordenador que falta en más de una clase, tienen la fibra óptica que falta en mi centro, tienen los recursos tras sus muros que podrían ayudar a tener una educación pública digna. Doy clase en un zulo con luz, en un edificio del siglo XIX que no sé si pasaría una revisión en las medidas de seguridad, con unas escaleras resbaladizas, en un aula sin ordenador y en invierno con la suerte de estar en la última planta donde calienta algo el sol. Vivo en una clase de 30 personas, dando gracias por no estar en una de 40 donde, además de frío, la acústica impide que se pueda oír lo que dice el profesor. Decimos vivir en una sociedad moderna, pero esto embiste de lleno con el retroceso que hay en la educación pública, sin meterme en la ciénaga que supone hablar de que cada curso es más temario en menos tiempo con malos y escasos recursos en una clase de treintaitantos.— Luis Barragán Haro. Alcorcón (Madrid).
https://elpais.com/elpais/2018/03/01/opinion/1519919799_843626.html

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Planes sociales y el requisito obligatorio de la educación. Por el Dr Edgardo Zablotsky

En agosto de 2013 publiqué en este mismo espacio una nota titulada La grandeza de una sociedad la determina la forma en que se trata a los necesitados. La misma se basaba en el hecho que muchos beneficiarios de los planes sociales no habían terminado su educación primaria y la mayoría no habían cumplimentado su educación secundaria. Por ello me preguntaba, ¿por qué no exigirle a todo beneficiario de un plan social que retomase su educación como requisito para cobrar la asignación? Imaginemos si se hubiese implementado algo así por ese entonces. ¿Cuántos menos ciudadanos dependerían hoy en día de un plan social?
Hoy, casi cinco años después, la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, aseguró que más del 60% de las personas que cobran planes sociales no terminó el colegio secundario, por lo que su cartera trabaja en una iniciativa para que todos los beneficiarios completen sus estudios, estableciendo la educación como un requisito obligatorio para cobrar la asignación.
La iniciativa no puede ser más auspiciosa, representa un paso formidable en contra del asistencialismo que condena a muchos compatriotas a transitar por la vida sin expectativa alguna.
Como remarqué en aquella lejana columna, en palabras de Benedicto XVI, en su Encíclica Caritas in Veritate, el estar sin trabajo durante mucho tiempo, o la dependencia prolongada de la asistencia pública o privada, mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales, con graves daños en el plano psicológico y espiritual.
¿Cómo evitarlo? Juan Pablo II nos provee la respuesta en un discurso pronunciado en Santiago de Chile, ante los delegados de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en 1987: "El trabajo estable y justamente remunerado posee, más que ningún otro subsidio, la posibilidad intrínseca de revertir aquel proceso circular que habéis llamado repetición de la pobreza y de la marginalidad. Esta posibilidad se realiza, sin embargo, sólo si el trabajador alcanza cierto grado mínimo de educación, cultura y capacitación laboral, y tiene la oportunidad de dársela también a sus hijos. Y es aquí, bien sabéis, donde estamos tocando el punto neurálgico de todo el problema: la educación, llave maestra del futuro, camino de integración de los marginados, alma del dinamismo social, derecho y deber esencial de la persona humana". El mensaje es contundente, educación es la respuesta.
Hoy, el gobierno de Mauricio Macri está dando un paso significativo en la dirección correcta. Retornando una vez más a aquella nota de 2013, en palabras del Papa Francisco, "la medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado". La iniciativa anunciada por Carolina Stanley puede transformarse en un hito en el proceso de transformación que la Argentina requiere. De efectivizarse en la práctica sería en un todo consistente con aquella sentencia del Papa Francisco.
FUENTE: https://www.cronista.com/columnistas/Planes-sociales-y-el-requisito-obligatorio-de-la-educacion-20180301-0030.html
PUBLICADO CON LA AUTORIZACIÓN DEL AUTOR